miércoles, 11 de agosto de 2010

LA SUERTE ESTÁ ECHADA

La suerte está echada. Yo la ataco, las desvisto y ella llora. Aún no. Repite. Aún no. De nuevo. Me levanto (¿aturdido?) una sábana se enreda en mi pie y caigo de espaldas sobre el tapete. La suerte está echada. Ella golpea mi rostro, grita y sale cerrando la puerta con fuerza.

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