viernes, 29 de enero de 2010

Lo pensaré durante el resto del día

Diego va en su bicicleta. Unos metros adelante suyo un anciano va a cruzar la calle. Por supuesto Diego frena, se quita un mechón de pelo de su cara, hace un ademán con la mano y sonríe. A cambio, ha recibido esta malhadada repuesta:

- Gracias, señorita.

jueves, 14 de enero de 2010

En honor a Ícaro

En el fin de los tiempos Helios será el vencedor y los ángeles maltrechos vagarán en un inmenso desierto esférico.

miércoles, 6 de enero de 2010

Perspectiva optimista ante el adiós

Gracias especialísimas a Thom Yorke.

Mahecha al morir a dejado la idioteca. ¡Salud!

De las visitas inesperadas desde San Francisco

El miedo no viene empacado en cintas de color, ni se aparece chocando contra las ventanas en que miramos. Acaso alguna vez tome la forma de un fantasma de alguna minificción.
Pero yo, yo conozco el miedo porque tú -si acaso vuelves a aparecer- has entrado y leído parte de mi pasado. Se que no volverás más, pero dejas en mi la sensación de que mis letras son una mercancía de entrar-y-tocar. Tal vez mañana la visita sea de Dubai o Niza. Ellos entrarán y no entenderán ni siquiera esta confesión, pero sin saberlo violarán parte de mi quisquillosa soberanía. Debe ser el precio a pagar por producir ars longa.

lunes, 4 de enero de 2010

Thánatos

A Kike S.

Que descubrió el artista que la mejor manera de darse a conocer es haciendo el genuino ars longa, que consistía en hacer de su profesión una línea continua e ininterrumpida en la que cada movimiento, pensamiento, bocado, expulsión, insulto, mirada, baño, entrada, salida, caricia, soplo, golpe y confesión comprendieran en su totalidad un valor estético y sublime.
Desgraciadamente el artista no conocía la vita brevis, razón por la cual la inmortalidad no alcanzó su obra y yo recibí un lienzo a medio acabar.

Diálogo y solemn warning en una tarde de invierno y ríos crecidos

- No se engañe usted, que algo de lo que me siento capaz es hablar basura cuando cae el sol.
- Pero aún son las 4 y 10.
- Peor aún. En estas ocasiones sólo podré cantar cuitas melancólicas, metálicas y chirriantes.
- ¿Y mañana a las 20?
- Lamentablemente dos horas antes paseando en la alameda arrojaré mi cuaderno de apuntes al Sanjuán, para luego arrepentirme.
- ¡Cuánto lo siento! Quisiera usted…
- Agradezco de corazón. Prefiero los lirios.

Odios son amores

Para Layton si aún se acuerda

- Todos los papás tienen moza – dijo de repente Iván.

Yo que entonces era un sujeto dócil, no fui capaz de rebatirlo. Fue tan contundente. Era un lector de la vida genial. Creo que aún lo es, aunque no podría asegurarlo. Hace tanto que no le veo. A lo mejor habrá cumplido su promesa. Esa promesa que hizo mientras esperábamos que nos recogieran del colegio. Era mediodía y de repente me dijo:

- Si no soy rico a los 30 años, me suicido –

Yo que entonces era creyente, me espanté. Era mi mejor amigo y no lo quería ver condenado y envuelto en llamas. Pero él sólo se reía y me miraba con ojos traviesos. Me manipulaba, jugaba conmigo. Cada vez que me decía algo me hacía asentir. No es la única persona que lo ha logrado, pero fue la primera en esa larga lista de sumisión. Yo soy un tipo de esos que meten las manos a los bolsillos y se aleja mirando al suelo. Y al suelo estaba mirando cuando Iván dijo lo de las mozas. Había comenzado contándome que la tarde anterior, después de que su papá lo recogiera en su taxi, habían salido por una ruta diferente. Los pormenores del viaje nunca los supe, aunque él siempre fue fanático de los detalles. Se limitó a contarme que al llegar a una casa desconocida había conocido a una simpática señora. Yo estaba pensando en que decir cuando terminara. Afortunadamente el curso de los acontecimientos hizo que en vez de un forzado i’m so sorry, saliera un espontáneo what’s the fuck!

¿Qué carajos podía decir ante eso? ¿Quién me garantizaba que mi papá no tenía otra mujer? Porque yo, aunque callado no era ciego. Como aquella vez que de mañana íbamos al colegio, y veía de reojo caminado unos metros más adelante, como él le susurraba algo al oído a una rubia en sudadera azul. Me apena decirlo pero mi papá me dio asco. Tanto asco que cuando me alcanzó le di un golpe en el brazo. Otro golpe. Otro más. Y la infantil y cariñosa pregunta de mi padre ¿Diego por qué me pega? No fui capaz de decirlo. Sólo di un golpe más. Recordaba a mi mamá diciendo conteniendo las lágrimas en un vano intento patético:

- ¡Es que yo no confío!

Yo tampoco podía confiar. Aunque todas las mañanas grises saliera en pijama a dejarme a tiempo con los demás niños. No sé si realmente lo quiero o es una forzada gratitud. Aún en mi adolescencia intentaba acercarse, y me acariciaba la cabeza. Obviamente yo huía instintivamente. Sé que lo hacía sentir mal pero no lo podía evitar. Es que yo no confío.

Nunca más tocamos el tema con Iván. Luego como buen lector que era descubrió que yo me había enamorado de su novia. Lastimosamente éramos pésimos amantes y ambos quedamos solos. Yo lloré, él… no tengo idea. Nunca le vi llorar. A lo mejor si se mató. Filósofo loco. Como lo odio.

11 P.M.

Brilla, brillando en azul
en la palestra de Selene.
Calla, moviendo las cuerdas.
Es una crueldad moirica,
y avanza
al mismo tiempo.
Presente.
Pasado.
Cuidado.

Acerca del odio contra Murphy

En un sueño descubres de pronto que tienes las piernas largas como-patas-de-flamenco. Alegría infinita para ti, amante de los paseos. Das un par de pasos y sales de este mundo. De repente las patas se quiebran, caes de la cama, agarras de un manotón las cobijas y vas a dormir al sofá.