viernes, 29 de enero de 2010

Lo pensaré durante el resto del día

Diego va en su bicicleta. Unos metros adelante suyo un anciano va a cruzar la calle. Por supuesto Diego frena, se quita un mechón de pelo de su cara, hace un ademán con la mano y sonríe. A cambio, ha recibido esta malhadada repuesta:

- Gracias, señorita.

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