miércoles, 6 de enero de 2010

De las visitas inesperadas desde San Francisco

El miedo no viene empacado en cintas de color, ni se aparece chocando contra las ventanas en que miramos. Acaso alguna vez tome la forma de un fantasma de alguna minificción.
Pero yo, yo conozco el miedo porque tú -si acaso vuelves a aparecer- has entrado y leído parte de mi pasado. Se que no volverás más, pero dejas en mi la sensación de que mis letras son una mercancía de entrar-y-tocar. Tal vez mañana la visita sea de Dubai o Niza. Ellos entrarán y no entenderán ni siquiera esta confesión, pero sin saberlo violarán parte de mi quisquillosa soberanía. Debe ser el precio a pagar por producir ars longa.

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